viernes, 30 de enero de 2009

Paso del Norte

qué lejos te vas quedando...
Dieciséis canales de televisión libres. Una estrella brillando en la montaña. Un mensaje sobre lo que es la verdad. Una conexión de dos naciones con una barrera avanzada de un lado sobre un río seco y robado. Dos banderas ondeando. Un corazón asustado. Circunvalación de luces. Mujeres rotas y perdidas confundiéndose con cruces conmemorativas en las calles. Chimeneas y descargas industriales. Avenidas principales con límites de velocidad baja y sus policías agazapados en vehículos nuevos y potentes con radares listos para atracar. El paraíso de la cerveza. Un Divo. Una jaula. Mil Biblias. Un bosque en la ciudad. La sombra de la muerte brillando de vida. El amor a las cloacas camuflajeadas con focos rojos. El desierto en medio del desierto, la mancha en la honorabilidad. El cambio y el fuego. Filas de carros interminables para compartir un poco del americanwayoflife (pinche dólar está bien caro, pero no hay pedo). La otrora gloria fastuosa. Música de Los Tigres del Norte y Conjunto Primavera. Dos temperaturas sin punto medio. El miedo y la nicotina, el caballo y el perro, los gatos al anochecer. Inviernos ya sin nieve después de veranos candentes. Verónicas. Almas. Julietas sin Romeos. Engranes, libros y ángeles. Aranceles, contrabando, corrupción. Tarahumara perdido en Sierra Maestra: “el último que quede que apague la luz”. Consulado y pasaportes. Buchanans con fútbol en el estadio tercermundista. Día de baile con botas boleadas, lo piteado a la cintura. Fiestas de maldad. Prohibido prohibir el robo de base de tercera a home. Odio y amor. Sed y ternura en lo más sonoro de una risa mientras suena el clín de la “cora” que cae por el espiral: has ganado el pozo de la máquina tragamonedas y te ha alcanzado, otra vez, para una hamburguesa en McDonalds. Walmart abre las 24 horas. Qué felicidad.
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Mi último ejercicio en Metatextos. Sin palabras.
Saludos mis tres lectores.

Noticias desde el centro.

Nadie escoge a la familia, dijo alguna vez una persona resentida e inconforme con lo que pasaba en su núcleo. Aunque es una aseveración correcta, las relaciones entre sus miembros son fuertes, algunas veces extrañas, dolorosas y difíciles, y a veces son sólidas a pesar de la distancia.

Eso sucede con Nena y Pato, mi hermana y mi sobrino. El día que nació Pato, estaba cerrando un negocio importante para la empresa para la que trabajaba en ese entoces y el primer impulso que tuve fue el de tomar el primer avión a Ciudad de México para estar con ellos. En aquel entonces mis finanzas me lo dejaban hacer. Al momento de solicitar el permiso necesario, mi jefe en turno me comentó que era menester el que prosiguiera con las negociaciones y que este menoscabo lo iba a reparar con un bono extra que nunca llegó. Así que viene a conocer a Pato en la semana mayor del año siguiente. La experiencia fue grata e inolvidable. Recuerdo a Nena dándole pecho al Pato y él nos veía riéndose y coqueteando con la mujer que llevaba en aquella ocasión. Este salió bueno pa las viejas, como su tío, dije orgulloso recibiendo como respuesta un silencio sepulcral.

La última vez que estuvimos juntos nos la pasamos bien. Es un niño con pelo a la Bob Patiño que canta, hace air guitar y tiene mucho sentido musical. Después de ese viaje yo soy, para él, Cocó que es su forma particular de decirme Gordo.

Hace unos minutos, mientras que el agua estaba bañando mi (cada vez) más escasa cabellera llamó Nena a la casa. Anunciaba su llegada a tierras juarenses a mediados del mes próximo. Viene con Pato. Mi cuñao se queda en la chamba. Casi me cae champú a los ojos cuando anuncia que está embarazada nuevamente.

Nena, esto es para ti. Sabes que te amo profundamente y que pediré mucho a Dios por tí y por el bebé que viene en camino.

Seré nuevamente, El Tío Badillín.

Dejo un video que hice con Pato.




jueves, 29 de enero de 2009

Maracay en las pupilas de sus ojos

a ratamary


-... la mayor parte de las cosas que existen se relacionan con las actividades económicas. En consecuencia se relacionan con la Contabilidad. Desde el gobierno, hasta el pequeño empresario. Desde el abogado, el médico, el cantante, el gran empresario, Bill Gates, Filippo Sindoni, la necesitan como el agua y el pan. Así que, no subestimen el poder de los números. Los Estados Financieros son las radiografías del alma de las empresas. Te dicen todo y a la vez nada. Los números por sí mismos no reflejan más que símbolos. Y es ahí donde viene la magia. La intervención interpretativa interna interdisciplinaria. ¿Me explico?


Salir corriendo del trabajo para dar clase en IUTA. Pensar en el proyecto fiscal para su especialización. Comprar caramelos antes de subir al camioncico y en él escuchar el comentario de la gente sobre el último triunfo de los Tigres de Aragua mientras que el reggeaton inunda la soledad acompañada de los que viajan en él. Lo detesto...-piensa, pero su pie derecho empieza a llevar el ritmo minimal, sexual, involuntariamente como se acostumbra uno a las cosas que no vienen al caso en un día más allá de la media semana, tocando y añorando los domingos soleados de libertad coartada por la familia, por las visitas a las casas de las abuelas para comer cachapas y mondongo, arepas, pasticho y todas esas cosas que engordan y que se disuelven con la ilusión de una buena ensalada, agua purificada al cien y la caminata obligada, el trajín del vaivén diario, cotidiano, inexplicable y remunerado. Por suerte le ha tocado un asiento junto a la ventana. Observa las calles arboladas. Los ríos de carros y sus luces amarillas, rojas y blancas. Las carteleras, Anastasio Girardot observando todo los días el esmog de la calle y el crecimiento de la ciudad ... Jardín, ni en sueños. Ya no hay más que asfalto, acero y hierro. Fuentes con agua estancada: verdosa como el discurso político del cambio en tercera; intrépido como el robo de base a home o el pisa y corre para anotar; ilógico como Chávez (¿chávez o no chávez?) que recorrió el horario media hora para sincronizar al sol venezolano con el sueño de los infantes bolivarianos... y por donde la veas siempre la Torre Sindoni domina el escenario matutino, vespertino y nocturno.
Y los días igual en la oficina contable. Desarrollando habilidades neutras y etéreas. Calculando contribuciones, reexpresiones de cifras, convirtiendo cifras a Bolívares Fuertes ocultando los ceros de la magnitud en una palabra que define más bien el ego y la sorna que la solidez de una economía nacional. Alguien le pregunta por teléfono que cómo está el clima y ella contesta que no hay ventana para saberlo, pero que en su cosmos personal hay aire acondicionado. El corazón no se enfría. Bendito ciberespacio que tiene el poder de abstraer y de regresar al mismo lugar en milésimas de segundo. Es como un oasis en el desierto de números. Desgarra el alma y es honesto. Palabras que ella misma no se imagina quién las lee. Ella transmite el mensaje y llega claro y conciso. Eficaz y correcto. Mi ayer es tu actualidad, algunas veces.
La noche es lo más amplia que uno puede pensar. En alguna esquina, el jaguar descansa y en un parpadeo la ciudad empieza a dormir para reposar de su larga jornada. En su cuarto, la luz de la antena de la Sindoni le destella en las pupilas y, de alguna forma, la ubica en su entorno y escribe. Y no cambiaria Maracay por nada del mundo. Ni por Caracas.






sábado, 24 de enero de 2009

Grandes diferencias en la igualdad.

Creo firmemente en los modelos matemáticos. Ellos pueden dar una relación sólida y una explicación concreta de los eventos que suceden en el Universo. Sin embargo, los que suceden en el terreno de los sentimientos pueden ser casi impredecibles. El amor así es.

Hace algunos días platicaba esta situación con un colega:

-Es en serio. Es como tener grandes diferencias en la igualdad.
- Eso matemáticamente es imposible.
- Matemáticamente. Pero ubícalo en el mundo donde eso puede ser posble.
- mmmmm... la lógica diría que esa es una falacia.
-Piénsalo...

Me quedé solo pensando en lo incongruente del hecho.

Realmente ella y yo somos demasiado iguales, pero las diferencias que nos separan me dan un indicio de lo imposible que el infinito puede ser.

Y eso es magia, pero también es perder el tiempo.

viernes, 16 de enero de 2009

En llamas.



-¿Has escuchado el sonido del fuego?- pregunta Jimi sorbiendo un vaso de wisky - Me queda una buena experiencia después de todo. Fue la vibración que movía las partículas del aire y la resonancia distorsionada de los altavoces a mi espalda. La primera vez que lo hice estaba muy drogado. - ríe- Demasiado drogado. Sólo alcance a sentir las llamas en mis manos y un dolor que parecía cosquillas en mis dedos que no dejaban de moverse. Ya en el hospital el doctor preguntó qué me había metido. “Heroína: dulce y bendita” le contesté sin chistar.-enciende un cigarro- “Pues cuando se baje del avión le dolerán un poco. Tome este analgésico y este desinflamante” Realmente me encontraba excitado. Te juro que vi colores danzando en las llamas como una pañoleta en el viento…
Lo mejor vino después. Días antes, me había encerrado a tocar como loco disipado en un cuarto lleno de espejos. Cada sonido que salía del amplificador llevaba magia y energía. Andaba demasiado motivado. No sé quién, pero alguien me dio algo muy potente. Sí. Toqué el cielo. Tardé dos días en calmarme. Decidí utilizar esa potencia en el escenario.-
apaga el cigarro en el cenicero- En el escenario del festival nadie pudo precisar lo que iba a hacer con ella. Me monté en ella y literalmente la estaba amando delante de todos. El sonido era increíble. Estaba excitado. Tomé el keroseno y rocié la guitarra. Encendí el cerillo. El sonido del fuego y las llamas danzando entre mis dedos preparaban el gran final al estrellarla contra el suelo, contra la batería y después aventarla al público…
Jimi termina de hervir la heroína en la cuchara y la dispone en la jeringa. Empuja la cánula. La inyecta en su vena. Sus pupilas se dilatan y ven el infinito.
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Esta es mi primera participación en Metatextos del año. El ejercicio se llama: Momentos Clave.
La Historia reclama este momento como cumbre en el Rock. Hendrix y su guitarra en llamas (quemando las conciencias).
Saludos a mis tres lectores. Fieles y serviles.

miércoles, 14 de enero de 2009

Adios sin bienvenida. (Kiss it all. Goodbye)

Matar lo que nunca nació.

Huir de las amenazas de las heridas abiertas, punzantes y sangrantes que dictan al cerebro.
Un no es un sí, pero tal vez quizá, en otro orden de ideas, eso no signifique algo más que un sí que no lleva a ningún lado: inútil como el teléfono fuera de servicio, inexpresivo como el estado de coma, amargo cuando la miel se convierte en hiel, tibio como negado al paraiso.

¿Y de qué poder hablar si, en realidad, siempre estuvimos en fuga?¿De canciones y avatares? ¿De sombras y miedos? ¿De almas y diablos? ¿De zorros y camaleones? ¿De las coincidencias y los espejismos del encantamiento a primera vista?...

Hablemos de cosas: de atardeceres en la playa y de diamantes en un anillo. De personas que no se pueden olvidar más allá de la muerte en vida. De la luna apareciendo en todo lo alto y reflejando la tristeza y la alegría, la cadencia y el ritmo, la sorna y la histeria, las luz sobre las luces de la ciudad, el llanto, el perro, la casa, el minuto, el aire, la brisa, el complemento, el conjunto universal, la negación positva, la reexpresión del alma, las dudas, el crímen y el dinero, de los disparos en la madrugada, del vino y la soledad. Del frío en el calor. De lo que provoca el fuego y lo que se quema. De los esqueletos de las rosas que se guardan en una caja. De las noches de retiro y del sueño al volante. Del sonido espectacular de las risas. De las marcas en tu cuerpo y en tu mirada.

Ya no hablemos de lo que está muriendo: de las palabras que ya no se dicen y que no expresan más que un adios sin bienvenida.

Una omega sin alfa.

Un final sin principio.

martes, 13 de enero de 2009

Obscuro.

Sólo logré definir el rostro afilado y precioso cuando el cigarro iluminó su cara. Lo que llamó la atención entre toda la oscuridad fue el brillo en sus ojos. Sentí un vacío intenso: el mismo sentimiento por el que uno decide, quince minutos antes perder el avión, o tirarse un clavado en la alberca para demostrar supremacía o amor. Recorrí su silueta con la mirada y descubrí el significado de la perfección en la soledad. Levantó su copa con Cognac y bebió un sorbo generoso, como lamiendo el fondo del recipiente. Luego, volteó hacia la ventana y lanzó la colilla a la calle. Observó con detenimiento el cielo de noche. Los astros iluminaban el ambiente. El apagón había durado gran parte de la tarde y la noche pintaba para enfrentar miedos y descubrir desaciertos. De darse cuenta de lo gastado del tiempo y de las patrañas que se inventan para tener la razón en todo.

- Tú sabes que el amor no es suficiente.
- Ni el dinero, ni la risa, ni el lenguaje.
- De perdida pon el mp3 con las bocinas para escuchar la radio.
- No hay luz en toda la ciudad. No creo que haya luz en las estaciones. Además no hay velas, ni linternas para buscarlo.
- Es curioso...
-¿Qué es curioso?
- Sin energía eléctrica te sientes incompleto. Las cosas inanimadas se vuelven todo lo contrario y nos pega a la cara la razón de lo solos que estamos sin esas cosas. Estamos unidos, pero extraños. Maldita televisión...

Recordé la primera vez que nos vimos y la comparé con ese segundo que acabó de pasar. En la oscuridad a veces se ver mejor las cosas que no se pueden ver a la luz. Descubrí lo ajeno y lejanos que estuvimos. Recogí los últimos restos de nuestro amor y salí a la calle. Un resplandor, quizá el efecto de la radiación en la atmósfera, me indicó que ese tiempo había terminado y sólo pude nuevamente sonreír: otra vez lo había hecho.

domingo, 11 de enero de 2009

Simulador.

(Anoche, en consulta con el Doctor de almas)

-Muy bien.. eso es todo Señor Montalvo.
- ¿Eso es todo? O sea, pago un dineral por cada cita a la que asisto con usted y me dice que la respuesta está sólo en mí...
- Pues.. sí. Efectivamente.
- Pues... no. No le creo.
-Más bien, Señor Montalvo, el que no cree en usted es usted mismo. ¿A poco no se ha dado cuenta que lo sé todo?
- (realmente sorprendido) ¿Qué es lo que sabe?
- Y todavía duda de mi experiencia...
- No Doctor. Si se ve que es usted un desgraciado...
- Shhhh. Shhhh. No me insulte Montalvo... El único desgraciado es usted.
- Vamos a la calle para ver quién es más desgraciado después que lo muela a golpes...
- Retírese inmediatamente de mi consultorio... es más... no vuelva más por aquí. Lunático.
- Doctor de merda... (y sale dando un portazo y llevando consigo el resultado de su último test)

Pinche doctor, no se ha dado cuentas que la mía está perdida en el almacén más frío y sucio de una ciudad norteña o en el hotel más solo y deteriorado de una parte que no viene en los mapas y lo que hago es simular que siento y sólo respiro...

jueves, 8 de enero de 2009

Última primera vez.

La primera canción que hice fue en Fa sostenido mayor (Invento espejismos).

La primera vez que creí en las coincidencias fue en Acapulco y después en Distrito Federal, en mi época de estudiante.

La primera vez que fui papá Fernanda me miró y creo que me sonrió cuando la tuve en mis brazos.

La primera vez que toqué fue en la cocina de mi casa a los meses de nacido con la cazuelas y cucharas de mi madre. Fue una gran demostración...

La primera vez que Dios me habló estaba ya muy lejos de ser el hombre que creí ser.

La primera vez que tuve una pasión verdadera se llamaron Los Beatles... después Borges.

La primera vez que cumplí un reto fue tocar la guitarra autodidactamente.

La primera vez que me rompieron la nariz fue porque le robé un beso a la novia del guey que me golpeó.

La primera vez que descurbrí que nada es eterno y realice muchas preguntas fue cuando mi abuelo murió.

La primera vez que escribí un cuento fue Aquella tarde.

La primera vez que amé algo fue indescriptiblemente absurdo, pero sentido... muy sentido.

La primera vez que me puse ébrio fue en un cumpleaños con sangría.

La primera vez que anoté un gol fue anulado.

La primera vez que dije una mentira todo el mundo la tomó como verdadera.

La primera vez que me gané un dinero fue apostando a las canicas.

La primera vez que no tuve nada, lo tuve todo.

La primera vez que choqué fue un accidente mayor sin menores consecuencias.

La primera vez que dije si fue porque no quedó de otra.

La primera vez que dije no fue porque ya me habían ganado la partida.

La primera vez que sentí necesidad por escribir en forma fue cuando hace algunos años atrás un hombre y su hijo comían un pan y una soda en una tienda mientras yo leía Cerca del Fuego de J. Agustín: recrear la frustación del padre al no poder darle más al niño de comer en contraste con la felicidad del pequeño en ese universo reducido fue el impulso que me llevó a desempolvar una máquina de escribir y a transcribir lo que había escrito sobre ese momento.

La última primera vez que me ha pasado es la de darme cuenta de que no hay muchas cosas que decir y que aunque sea por una vez más, el rito y la coincidencia se dejan ver en este espacio.