Las últimas palabras fueron las primeras, las
únicas que debieron aparecer antes de comenzar todo como pasó.
Y es que las apariencias engañan y los adioses no son definitivos sobre todo cuando se hablaron de lunas y estrellas de invierno fríos, disparos y soledad.
Sobre todo cuando, después de todo, hubo un interés posterior en saber cómo pasaban los días desde mi óptica y cómo sucedían los acontecimientos desde tu trinchera:
los jueves de cena corta y largas miradas, las cortinas negras, el noticiario con faltas de ortografía y de razonamiento.
Las luchas diarias para que el mundo no nos erizara la piel más de lo normal.
Pero el tiempo siempre gana y nos tiramos al suelo para que alguien nos levante, como estrategia de ventas, o nos rechace. Dejamos que lo más obvio disuelva lo irracional y por eso modificamos los sentimientos, partimos la conducta, nos olvidamos de sentir y el olvido llega donde habita, donde se desarrolla.
Y por causas y azares, por debates de argumentos, por una confabulación incendiaria sucede por un momento la perpendicularidad momentánea de nuestras vidas, en el lugar y en la situación menos esperada y favorable: una fiesta a la que no debía asistir y tú serena sentada a un extremo del local, invitada por una persona que originó el encuentro mútuo.
La mirada obligada. El escutrinio familiar de tu mirada. Tu mirada queriendo evadir, pero recordar. Las canciones, las promesas, el manejo de los rabillos del ojo. El día de la cosecha, la Navidad...
El mundo es un pañuelo palestino. El final es siempre igual.
2 comentarios:
Definitivamente te movieron el tapete; lo volverias a hacer?
Ouch!!... Todo sucede por algo, y todo regresa a ti por una razon.. descubre cuál es en este caso... acuerdate que la vida se vive en circulos y si no se cierran, vuelven a ti.
Animo corazón!!... sabes que te adoro!!
Besitos muchos!!
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