miércoles, 14 de enero de 2009

Adios sin bienvenida. (Kiss it all. Goodbye)

Matar lo que nunca nació.

Huir de las amenazas de las heridas abiertas, punzantes y sangrantes que dictan al cerebro.
Un no es un sí, pero tal vez quizá, en otro orden de ideas, eso no signifique algo más que un sí que no lleva a ningún lado: inútil como el teléfono fuera de servicio, inexpresivo como el estado de coma, amargo cuando la miel se convierte en hiel, tibio como negado al paraiso.

¿Y de qué poder hablar si, en realidad, siempre estuvimos en fuga?¿De canciones y avatares? ¿De sombras y miedos? ¿De almas y diablos? ¿De zorros y camaleones? ¿De las coincidencias y los espejismos del encantamiento a primera vista?...

Hablemos de cosas: de atardeceres en la playa y de diamantes en un anillo. De personas que no se pueden olvidar más allá de la muerte en vida. De la luna apareciendo en todo lo alto y reflejando la tristeza y la alegría, la cadencia y el ritmo, la sorna y la histeria, las luz sobre las luces de la ciudad, el llanto, el perro, la casa, el minuto, el aire, la brisa, el complemento, el conjunto universal, la negación positva, la reexpresión del alma, las dudas, el crímen y el dinero, de los disparos en la madrugada, del vino y la soledad. Del frío en el calor. De lo que provoca el fuego y lo que se quema. De los esqueletos de las rosas que se guardan en una caja. De las noches de retiro y del sueño al volante. Del sonido espectacular de las risas. De las marcas en tu cuerpo y en tu mirada.

Ya no hablemos de lo que está muriendo: de las palabras que ya no se dicen y que no expresan más que un adios sin bienvenida.

Una omega sin alfa.

Un final sin principio.

1 comentario:

E.M. Acosta Bolívar dijo...

=(

*snif*


"So sad. (Bien escrito. Con el alma)"