jueves, 29 de enero de 2009

Maracay en las pupilas de sus ojos

a ratamary


-... la mayor parte de las cosas que existen se relacionan con las actividades económicas. En consecuencia se relacionan con la Contabilidad. Desde el gobierno, hasta el pequeño empresario. Desde el abogado, el médico, el cantante, el gran empresario, Bill Gates, Filippo Sindoni, la necesitan como el agua y el pan. Así que, no subestimen el poder de los números. Los Estados Financieros son las radiografías del alma de las empresas. Te dicen todo y a la vez nada. Los números por sí mismos no reflejan más que símbolos. Y es ahí donde viene la magia. La intervención interpretativa interna interdisciplinaria. ¿Me explico?


Salir corriendo del trabajo para dar clase en IUTA. Pensar en el proyecto fiscal para su especialización. Comprar caramelos antes de subir al camioncico y en él escuchar el comentario de la gente sobre el último triunfo de los Tigres de Aragua mientras que el reggeaton inunda la soledad acompañada de los que viajan en él. Lo detesto...-piensa, pero su pie derecho empieza a llevar el ritmo minimal, sexual, involuntariamente como se acostumbra uno a las cosas que no vienen al caso en un día más allá de la media semana, tocando y añorando los domingos soleados de libertad coartada por la familia, por las visitas a las casas de las abuelas para comer cachapas y mondongo, arepas, pasticho y todas esas cosas que engordan y que se disuelven con la ilusión de una buena ensalada, agua purificada al cien y la caminata obligada, el trajín del vaivén diario, cotidiano, inexplicable y remunerado. Por suerte le ha tocado un asiento junto a la ventana. Observa las calles arboladas. Los ríos de carros y sus luces amarillas, rojas y blancas. Las carteleras, Anastasio Girardot observando todo los días el esmog de la calle y el crecimiento de la ciudad ... Jardín, ni en sueños. Ya no hay más que asfalto, acero y hierro. Fuentes con agua estancada: verdosa como el discurso político del cambio en tercera; intrépido como el robo de base a home o el pisa y corre para anotar; ilógico como Chávez (¿chávez o no chávez?) que recorrió el horario media hora para sincronizar al sol venezolano con el sueño de los infantes bolivarianos... y por donde la veas siempre la Torre Sindoni domina el escenario matutino, vespertino y nocturno.
Y los días igual en la oficina contable. Desarrollando habilidades neutras y etéreas. Calculando contribuciones, reexpresiones de cifras, convirtiendo cifras a Bolívares Fuertes ocultando los ceros de la magnitud en una palabra que define más bien el ego y la sorna que la solidez de una economía nacional. Alguien le pregunta por teléfono que cómo está el clima y ella contesta que no hay ventana para saberlo, pero que en su cosmos personal hay aire acondicionado. El corazón no se enfría. Bendito ciberespacio que tiene el poder de abstraer y de regresar al mismo lugar en milésimas de segundo. Es como un oasis en el desierto de números. Desgarra el alma y es honesto. Palabras que ella misma no se imagina quién las lee. Ella transmite el mensaje y llega claro y conciso. Eficaz y correcto. Mi ayer es tu actualidad, algunas veces.
La noche es lo más amplia que uno puede pensar. En alguna esquina, el jaguar descansa y en un parpadeo la ciudad empieza a dormir para reposar de su larga jornada. En su cuarto, la luz de la antena de la Sindoni le destella en las pupilas y, de alguna forma, la ubica en su entorno y escribe. Y no cambiaria Maracay por nada del mundo. Ni por Caracas.






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