Jamás se piensa durante el viaje,
mientras los horarios cambian y
definen el final y el inicio de un ciclo,
entre copas que chocan y gritos de algarabía,
entre la efusividad y la resignación,
jamás se piensa en lo cruel que puede ser,
mirar por una ventana en el tren
y ver el barrido de las cosas
que están estáticas y que sólo cambian
por una luz incidental
o por un fuego accidental
o por una diferente ubicación visual
mientras el movimiento actua en el riel.
Difícil pensar durante el viaje
en que el llegar al punto destino
es empezar un nuevo capítulo
de una historia que nunca concluye
que, quizá, sea una repetición burda
de otra similar
en diferente tiempo y lugar,
con personajes desiguales
y todo lo demás constante.
Difícil es pensar durante el proceso
que sólo hay dos caminos
con un posible final,
sin camino de regreso.
El frío arrecia en el amancer,
la neblina se combina con el hastío.
Nadie vaga en el andén
de la Estación Olvido.
Agridulce sensación
el recorrido se ha cumplido
yo sólo bajo del tren
en la Estación Olvido
Y hoy como ayer,
tú y yo no somos los mismos.
La lluvía moja mis pies
en la Estación Olvido.
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