martes, 29 de julio de 2008

LA NOCHE DE MI VENTANA.






(Mientras platicaba contigo, pensaba en esta imagen.)

Existen días surreales en los que todo parece tener concordancia con la irracionalidad de las cosas. Tal parece que la estadística no encaja en los eventos que acontecen en el devenir de esas horas.


Hoy fue uno de esos días.


La lluvia anegó con creces un baldío. Inevitablemente, los sapos proliferaron en ese acuoso y tibio ambiente. Toda la noche cantaron sin parar rompiendo la tranquilidad dejándome en vela. La luz falló. Sólo servía una fase, por lo que el ventilador de mi habitación giró despacio un buen rato. Es increíble cómo el calor y la humedad pueden convivir a cualquier hora.




La batería de mi compu estaba descargada. Me dieron muchas ganas de escibirte y mejor te llamé. Ya era tarde... (Mientras sonaba el teléfono, me recosté y miré fijamente mi ventana)




Definitivo. Era tarde y no contestaste. Y te eché de menos. (cuando cerré los ojos, ví este cuadro de Magritte: La Condición Humana)

Y descubrí que hasta los sapos tienen la oportunidad de hacerse escuchar. (¿Algún saspo habrá pecado como los humanos?) Y me dieron ganas de gritar que estaba vivo y extrañé todas las cosas que se estan lejos de mí ahora y que las aprecio y las aquilato. Extrañé Monterrey, Hermosillo, Chihuahua, D.F. (sólo en Semana Santa) y extrañé esos días con tus pies chuecos, la terapia en la alberca, el video que grabamos juntos cantando "Puente" de Cerati, los viajes de mañana a tu escuela, tus dientes de perlas cultivadas y la historia del Perro Chuquilú que te conté la última noche que paseamos juntos. La vida de La Canela y el final de su extravío cuando llegó a casa después de una semana y la encontramos debajo del asador, dormida como si nada hubiese pasado. ¡Cuánto amor cabe en un corazón chiquito!, ¡Cuánto rencor cabe en un corazón herido!




(Mientras pasaba todo esto, dentro del sueño, escuchaba la canción de los sapos, sin ningún ritmo, sin ninguna métrica)





No hay comentarios: