miércoles, 4 de febrero de 2009

Simultáneo.

15
La luna nueva
ella tambien la mira
desde otro puerto.
17 Haiku. J.L. Borges
Una vez hubo nada más fuego. Fuego y tierra sobre distancias temidas cubiertas con neblina y agua en las noches frías. Poco a poco el tiempo se fue encasillando en calendarios, en relojes, en Times Square, y las mañanas con sus tardes y noches ya pasaron a formar días, semanas, meses y años. Demasiados años. La distancia no se hace corta, se alarga cada día más. Hubo alguna vez, además, todo el tiempo del mundo. Todas las ideas y todos los sentimientos. Ahora, el mundo se ve a través de un cilindro: se ve la luz al final y el reflejo de todo nuestro universo de cosas y, al observarlo, es inevitable pensar en que llegar a sentir la luz, más de cerca, puede ser tarea imposible.
Una noche, después de mil cosas en un día a principios de semana, la luz se hizo terriblemente más cegadora y atractiva. Manejando por las avenidas a deshora, descubrí que de alguna forma ella observaba la misma luna en su sueño, el cual no interrumpí al levantarme e irme. La misma luna que es insoportablemente redonda y brillante, descubrió, como hace tiempo no lo hacía, la frialdad y la inercia en la que pasa la vida.
- ¿Ya viste la luna?- pregunta llamando por teléfono
- Sí. Increible- contesto maravillado.
- De acuerdo. Adios- y cuelga.
Sin poder detener ese pensamiento me pregunto si esa misma luna la estarán viendo en Monterrey, en Ciudad de México, Panamá, Maracay, Anchorage, Vancouver, Acapulco, Huatulco, San Carlos, Hermosillo...
La fuerza de lo simultáneo. Dilema eterno.

1 comentario:

E.M. Acosta Bolívar dijo...

mmm pos no, aca esta a medio camino jajajaja

menguante o creciente... nunca he aprendido a diferenciar las etapas jeje