miércoles, 27 de mayo de 2009

Entre ésto y lo demás.

Estabas ahí y aún me sorprendo de pensar en las veces que has pasado frente a mí
y no te había puesto atención.

Estabas ahí desde niño, desde joven, desde siempre, rondando los puntos fijos, los puntos en las ies, la escencia de las cosas.

Estabas ahí viendo del otro lado del espejo, en el asiento trasero del auto, en los sonidos extraños en medio de la noche, en el canto de las ranas, en el sonido de la lluvia, en la temperatura del rocío.

Estabas sin estar, observando los pasos que daba en mi habitación aquella noche en la que decidí no regresar el tiempo atrás, las hojas de mi cuaderno en blanco tratando de reflejar las intenciones de mis sensaciones. La esencia de mis actos. La fotografía del alma.

Estabas en las letras de miles de canciones, en el primer rayo de luz de la mañana, en el aire fresco y en la gota de agua. Estabas en las paredes y estaba tu imagen recostada en la alfombra. En la magia de las ciudades y sus crónicas, en las tristezas de los aviones, en los últimos instantes, en los momento iniciales, en el nudo y en la interpretación del Aleph, en los ojos de Borges mirando al infinito, en las corcheas y semicorcheas de las partituras de Dave Brubeck, en el mate uruguayo, en el té inglés, en el café árabe, en la guitarra de Jobim.

Estabas ahí y hoy que más te necesito, en la cosa más mínima te presentas como una linterna en la noche y me dejas fuera del temor del devenir de estos días eufóricos. Eres como las antorchas que calientan los campos de cultivo o como las cubetas con gasolina que las ponen en las carreteras para descongelarlas cuando el frío arrecia en invierno.

Estabas en el recuerdo y estás en el presente imperativo de estos días donde el sol lanza alfileres e incendia cenizas.

1 comentario:

E.M. Acosta Bolívar dijo...

Ah

Y volvio la inspiracion

I like it.