jueves, 21 de mayo de 2009

Notas encontradas en el escritorio del cuarto de un infectado.

I
Del devenir rudo de los días, de pronto, al stop obligado con mil pendientes y documentos que revisar. El dolor repentino en el pecho, la salivación excesiva, la fiebre intensa, la desarticulación de los músculos, el confinamiento…
II
Las bardas de las casas de los ricos están grafiteadas y lo que antes era un club deportivo ahora son ruinas multicolores: desde la ventana es la fotografía que no cambia y que sólo varía en su iluminación al pasar las horas. Las cosas están estáticas…
III
No sé cuánto tiempo ha pasado. Mi única conexión con el mundo es la idea de vivir La Metamorfosis kafkeana, el televisor, fiel aliado, y el servicio de telefonía ilimitado. Me siento el resultado de la misantropía que nace en mí, sobre todo a la hora de comer cuando Petra me deja la bandeja en la puerta y corría a protegerse…
IV
Conversación telefónica:
-¿Cómo está el mar? ¿Tibio? ¿Menguante?- te pregunté.
- Más azul que de costumbre…- respondiste con tristeza en las últimas vocales.
No estoy a su lado.
V
La noticia no tardó en llegar. La solución radical busca la salud pública como fin inmediato. Lo más triste es que la fecha se aproxima. La fuerza pública catea las casas para asegurarse que el sacrificio sea completo. No quedará rastro de la infección. No voy a exponer a nadie, ni a liberarme del destino.
VI
Hace rato, mi papá entró a la habitación ataviado con un traje especial y una careta de acrílico transparente. Llevaba consigo los papeles notariados. Firmé. Pude ver en su rostro una mezcla de rencor y alivio mientras aplicaba la dosis.
Ahora, me estoy yendo mientras escribo esto: Todo sea por mis hijos y por los hijos de mis hijos…
VII
Cría cerdos y te sacarán los mocos.

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Así quedo el texto.
Saludos

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