viernes, 8 de agosto de 2008

PRIMER TEXTO EN METATEXTOS


El día de ayer envié este texto al taller Metatextos. La verdad me costó algo de trabajo poder escribir algo y dejé a la creatividad que se manejara apelando a la última instancia. Debo decir que me gustó, pero nada más un poco; y es que la imagen que nos proporcionaron para realizar una historia pues es, llamémosle, difícil.
Obsérvela por un rato.
Pero bueno. Casi me daba por vencido y no iba a mandar nada. Me sobrepuse y aunque el texto no es la gran cosa, me dio el ánimo suficiente para seguir explorando en esa faceta en este blog, como en Metatextos. Digamos que fue mi pequeña gran victoria de esta semana.
Debo confesar que recurrí a viejos esquemas de textos que escribí hace más de quince años, los que fueron influenciados por la escritora mexicana Amparo Dávila. Ni modo. Como le digo a mis alumnos, utilicen todas las herramientas que sean posible para sacar adelante la solución de un problema.
He aquí el relato.
THE HOUSE IN THE TREE.
-¿Una casa en el árbol?
- Sí. Eso quiero. Así que…
_ Si. Ya sé. Lo prometí, lo cumplo.
-Y sin chistar. La quiero en ese árbol.
-¿En ese árbol la quieres? ¡No inventes, Güera!
-Over there…
(What fuckin’ hell I’m doing here? )
Pinche Güera. Mientras atornillaba los pedazos de madera como mi padre y Pepe El Toro me dieron a entender un día, tú estabas sentada bebiendo. Nada más porque me gustaste muchísimo, Güera. Desde que te conocí, accedí a realizar cada uno de tus deseos. Con sólo mirar esos ojos azul perdido, me volvías loco.- Güera, si me muero… ¿Quién te cantará esas rolas locochonas-?. Una casa del árbol para jugar a tener tu club.
-Güera, ya estás grande.
- No. Lo que estoy es pedísima. Sube el volumen
Mientras Black Hole Sun sonaba macizo te pusiste a bailar seductoramente, con la botella en la mano.
Eras la neta, Güera.
Cuando logré montar la casa en el árbol, dijiste:
-¡Vamos a inaugurarla como a un barco! ¡Le pondremos un nombre a la casa! A ver…a ver…le pondremos…
En ese momento, vi tus intenciones. Agarraste la botella y la estrellaste contra las ramas. Los pedazos cayeron en tus ojos. La felicidad que había en tu cara y la sangre un momento después formaron un remolino rojo del cual me acuerdo sólo cuando viene la idea de que, ahora, el color se fue y el azul perdido no brillará más.
Mis hijos ahora juegan en ella, mientras escucho a Sound Garden en mi IPod.
¡Cuánto cambiamos, Güera!
Eras la neta.
-Le pondremos Fiorella, como a una vaca que ya nos comimos.

1 comentario:

Luisz dijo...

Felicidades por animarte a enviar un texto. No dejes de hacerlo.

Comentaré sobre el cuento en metatextos ...

Saludos.